Durante estos últimos días hemos asistido a una cadena de despropósitos protagonizada por la Junta de Castilla y León y su lucha política con el gobierno central. Queda claro que el interés de los ciudadanos, tanto el económico como el sanitario, ha quedado en un segundo plano.
Esta situación ridícula, en la que la Junta le busca tres pies al gato al Real Decreto, el dialogo no se contempla, y hay que recurrir a los juzgados, es la imagen viva del esperpento.
Los políticos debemos resolver, no enturbiar y las instituciones no se deben utilizar como arma utilizar como arma arrojadiza máxime en una situación tan grave como la actual. Cuando lo que necesita el ciudadano son instrucciones claras e información veraz y contrastable, lo que se nos ofrece es confusión y oscurantismo, incrementando el estrés que la población en general y los comerciantes en particular llevan soportando casi un año. Todo principalmente protagonizado por el Sr. Vicepresidente y Portavoz de la Junta D. Francisco Igea, con sus poses ridículas y afectadas. Debería dejarse de tanto protagonismo teatral y, insistimos, transmitir instrucciones claras, concretas basadas en información que el ciudadano pueda verificar, identificar y contrastar sus fuentes
Tampoco conocemos en que informes se basa la Junta para establecer que adelantando el toque de queda a las 20:00 se traduce en menos contagios.
Los esfuerzos de la Junta, y de Sanidad, del SACYL deben ser en dimensionar UCIS, contratar personal, hacer triajes dignos y no carpas improvisadas y en definitiva dejar de demonizar a la ciudadanía y el sector del comercio y hostelería.
Por otro lado desde CB y antes las inminentes cierres entre provincias y comunidades autónomas, instamos a la Junta a colaborar con la Xunta y abrir un corredor económico, social y de servicios con la hermana comarca de Valdeorras, permitiendo el tránsito entre ambos territorios. Esta situación está estrangulando el tejido económico y comercial de nuestra región, las decisiones se toman basadas en fronteras administrativas decimonónicas y no en base a criterios sanitarios y/o racionales.